02 enero 2011

31.12.2010-21:27

Aquí estoy un año más, una chica que en 365 días ya no es la misma que hace ese tiempo atrás; estoy tragandome las horas, una trás otra, esperando a que den las doce campanadas, tal y como hice 365 días atrás, otras personas quieren dejar de tragarse horas y poder tragarse unas malditas uvas, esperando que su nuevo año sea mejor que el que han pasado y prometiéndose cosas que jamás cumplirán.
    Yo en cambio prefiero pensar en las cosas que he pasado a lo largo del 2010, y me dejaré sorprender con lo que me quiera regalar el 2011.
    Este año que termina dentro de unas horas ha logrado que aprenda muchísimas más cosas que en años anteriores, tanto buenas como malas, así son las experiencias, y queriendo o no voy a tener que pasar por ellas, no quiero tener a alguien que siempre decida por mí, aunque me gustaría, así no tendría que hecharme las culpas a mí misma y torturarme con ello, pero eso sería arrepentimiento, y me juré que jamás me arrepentiría de algo. Sí, también aprendí eso.
    Desde el dolor comprendí mucho más lo que significa “vivir”, aprendí a darle el valor que le corresponde a muchas cosas, y otras que no tienen ni merecen valor absoluto. Pero especialmente aprendí que los sentimientos son la base de todo, tanto te pueden hacer la persona más feliz del mundo como la más desgraciada.
Aprendí a valorar más cada gesto, cada preocupación, cada intento de ayuda, el poder de un abrazo, o lo mucho que puede significar el estar ahí de algunas personas que, me duele decirlo, pero las puedo contar con los dedos de mi mano…
    Este año que se va me deja cicatrices, profundas todas ellas, cada una única como el sentimiento que provocan por dentro...
    En los últimos 365 días estuve en dos extremos: conocí la felicidad, la felicidad más profunda y espectacular que jamás soñé siquiera con tener, y conocí el dolor más profundo, al que jamás me enfrenté anteriormente...
   Descubrí un “yo” que estaba oculto, me descubrí en muchos aspectos y aprendí a no avergonzarme de ser yo misma.      Aprendí a quererme y a apreciarme más...
    Este fué un año plagado de risas y lágrimas casi por igual… un año plagado de enseñanzas que espero ser digna de comprender algún día... cuando espero que no sea demasiado tarde.
    Pero lo que más aprecio de éste año, igual que cada año que miro atrás, es que me alegro de ser yo, me siento libre, con la conciencia tranquila, me puedo mirar al espejo, mirarme a los ojos, sonreir y saber que he sido honesta conmigo misma, y mientras pueda hacer eso sin sentimientos de culpa, apreciaré cada año que pase.

2 comentarios:

  1. Muchas felicidades por el blog, María. La mayor satisfacción de un profesor es la de ver cómo sus antiguos alumnos maduran y van creciendo, y no sabes la ilusión que me hace ver cómo algunas de las cosillas que os enseñé en ese primer año de trabajo en el que tanto aprendí han calado en algunos de vosotros. Ya sea la música "rara" que llevaba de vez en cuando, el coñazo que os di con lo de los blogs o las "collejas" que os soltaba para que escribierais sin faltas de ortografía (collejas figuradas a modo de reducción de nota en los exámenes, pero gracias a las que ahora escribes así de bien).

    Muchas felicidades por el nuevo año, por esta nueva iniciativa y por esa madurez que el 2010 te ha dado, y que también te dará el 2011.

    Un beso muy grande, y a seguir creciendo y aprendiendo. Nos vemos por el ciberespacio (y a ver si por algún concierto...).

    ResponderEliminar
  2. Muchas graicas Raúl. Me alegro de que te guste el blog. Un beso y Feliz año!

    ResponderEliminar